El enclave justo forma parte de una escenografía de la memoria del pasado y las secuencias lentas de aproximación al volumen del edificio muestran un desarrollo canónico, sencillo y unitario, siempre armónico con el entorno próximo. El interior se abre a espacios coordinados con exquisita naturalidad doméstica. El tiempo, al transcurrir, ofrece la capacidad de ejercitar la mirada desde juegos de luces cambiantes con reflejos, asimetrías y transparencias, con materiales, texturas y colores, orientados hacia perspectivas reales o ilusorias, ambientando el confort y dilatando la visión desde la proximidad más íntima hasta paisajes distantes desde un clima sereno.